Soy Antonio, gerente de esta pequeña finca, y todo empezó con un recuerdo: el sabor de los huevos que mi abuela me freía en la lumbre.
Un sabor auténtico, intenso, que por más que buscaba, no lograba encontrar en ningún sitio. Eso me llevó a emprender un camino que unía dos cosas que siempre me han movido: el amor por los animales y el deseo de recuperar lo que de verdad importa.

Empecé a investigar sobre las gallinas que siempre estuvieron en los corrales de nuestros abuelos. Así descubrí dos razas autóctonas en peligro de extinción: la Gallina Murciana y la Castellana Negra, ambas con el sello de Raza Autóctona. Me propuse conseguir ejemplares, ayudar a su recuperación y, sobre todo, darles una vida digna, en libertad, tal y como merecen.

Todo esto ocurre aquí, en nuestra finca ecológica, donde cuidamos cada detalle para ofrecer huevos con alma: con el sabor de antes, el de verdad.